Hay gente que tiene un don. Es una especie de don visualizador. Como cuando un médico va en el metro y mirando la pupila de un viajante ve a un enfermo de páncreas. Lo ven, y seguramente, harán todo lo posible por hablar con él y conseguir una futura curación.
Estas personas a las que me refiero,
y en mi caso concreto, visualizan mi autoestima (siempre a ras de suelo) y
fijan un objetivo.
El primer paso es la observación directa. Un trato distante
pero directo que poco a poco se va relajando y aproximando.
Tras el primer paso ya saben cuáles
son mis puntos débiles; que puedo
ponerme roja cuando me preguntan cualquier cosa, que me avergüenzo de vestir
como visto, que prefiero estar callada en una conversación de grupo por no
hacer el ridículo, etc.
Una vez claros estos puntos, empieza la intervención en sí: Un día, que te
pones rímel o te plantas una mini, te dicen lo guapa que vas. Otro se dan
cuenta de que te has cortado el pelo a la primera de cambio. Otro te preguntan
durante una conversación de grupo para que no te sientas de lado o te mandan
mensajes preocupándose por ti. Hay muchas medicinas y diferentes dosis. Saben
siempre cuál es la más adecuada.
Es difícil saber si esta relación
cazador-presa, médico-paciente, llegará a buen término. Después de 3 meses es
pronto para hacer un diagnóstico adecuado.
El tiempo lo dirá, y nunca mejor dicho,
porque me va a durar el tratamiento unos cuantos años. Esta vez mi “médico” va a ser también vecina.
Enhorabuena y gracias a partes
iguales Marta.
Lulo
2 comentarios:
ME ALEGRA VERTE ESCRIBIR, DE NUEVO.
FELIZ NOCHE
Como eres tan estupenda?? Menudo mundo interior tienes..... Gracias amiga.
Publicar un comentario