Todo
sigue igual y a la vez, todo ha cambiado.
La llegada de un hijo te cambia la vida, y yo no llegaba a imaginarme
cuanto. Sigues yendo al colegio, sigues pasando a las mismas horas por los
mismos sitios, pero tu vida ha cambiado para siempre. De todo esto te vas dando
cuenta poco a poco. Pero en mi caso ha sido durante el permiso por lactancia o,
mejor dicho, la vuelta al cole, cuando he tomado conciencia de todo lo que
significa Lola para mí.
La
mayoría de los comentarios de la gente eran del tipo: “menudas vacaciones”, “te
libras del peor mes del curso” o “ale, ahora todo el día sin hacer nada en
casa”. Pero la que más me ha hecho pensar fue la que me dijo mi directora
cuando me fui del colegio para empezar el mes de permiso: “No te creas que no
vas a trabajar…” Y sin embargo nunca imaginé que con tantísimo trabajo estaría
tan feliz. Es agotador, a la par que
satisfactorio, ver como tu hija crea contigo un vínculo que le hace
reconocerte y saber que, aunque esté la mar de bien en brazos de quien sea, si
es la hora de comer y tu apareces por su alrededor te reconozca como su
cocinero preferido (y yo vaya a la cocina hinchado como un
globo porque papá va a hacer la comida).
Cuando
tomas la decisión de tener un hijo te preguntas que tipo de padre serás y sin quererlo, o no, te comparas con otros padres para repetir o
desechar lo que consideras bueno para criar a tu hijo como tu deseas. Ahora
visto con el tiempo, veo lo diferente que cada uno afronta la paternidad.
Yo,
por mi parte y si tuviera la oportunidad de tener otro permiso por haber sido
papá aceptaría sin ninguna duda. Me da rabia que en este país solo tengas 15
días de permiso de paternidad y que para yo pueda disfrutar de éste, mi mujer tenga
que renunciar a él o que nos tengamos que conformar con 4 míseros meses.
Durante
estos 6 meses he vivido una mezcla de sensaciones y sentimientos que creía
debían quedar reflejados. Podría hacer una lista de “me gusta” o cosas que
hacen que sea muy feliz cuando veo a la pequeña.
Me
gusta ser la primera persona que ve cuando abre los ojos en la siesta y que me
coja la cara cuando se despierta a mi lado.
Me
hace feliz cada vez que consigue una cosa por primera vez y me gusta, y no me
avergüenza decirlo, que se me “empañen” los ojos al ver que poco a poco va
haciéndose mayor.
Me
gusta la capacidad que tiene de sacarnos una sonrisa, aunque sean las 6:30 de
la mañana y nosotros no podamos casi ni abrir los ojos.
Me
gusta ver a Lucía con ella en brazos y mirar cómo Lola se acurruca en su pecho.
Me
llama la atención cómo cosas tan simples como escribir una entrada pueden
llevarte semanas (y a mí con la facilidad de escritura que tengo, ni te cuento…),
porque justo cuando el ordenador decide arrancar, TU HIJA también.
Chema.
P.D.: Y ademas, os dejamos un video de regalo.
1 comentario:
Placer leerte, Lucía. Enhorabuena por esa feliz intensidad con que vives todos tus sucesos.
Un abrazo.
Publicar un comentario